domingo, 1 de abril de 2012

Amarguras



            Con este amargor tan extraño que me corroe, llevo luchando desde que te vi en la estación. Al gritar tu nombre me ignoraste para subir al vagón apresuradamente. Me pareció que tenías miedo y sobre mi colchón de cartones sufrí un aguacero de dolorosos recuerdos, algunos de los cuales continúan tatuados bajo tu ropa. Ahogando mi culpabilidad en tragos de vino, capté el instante fugaz en el que me miraste al pasar, a través de la ventanilla. La calle había blindado mi corazón contra tu odio y tu desprecio, pero la mirada vítrea que se llevó aquel tren era distinta. Tu lástima me está envenenando.



Pedro Alonso.

MICROCUENTOS (y otras historias)

 

8 comentarios:

  1. Me ha `parecido un relato muy interesante, cargado de emociones.

    ResponderEliminar
  2. Excelente, Pedro.
    Nada, eso.

    Jamás califico como pide la bitácora Excepto cuando para mi sensibilidad se merece un 10.

    Un enorme abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Qué bien contadas esas emociones, Pedro. La lástima corroe más que el odio. Me encantó!!! Saludos van

    ResponderEliminar
  4. Aaagh logra un efecto fuerte de indignación y pesadumbre en quien lo lee.

    ResponderEliminar
  5. Retrato de una buena separación, ahora podrán avanzar sin lastrarse mutuamente.

    ResponderEliminar
  6. Excelente escrito.
    Me recordó a "Tu perro pequinés", tango que dice:

    Muriéndome de hambre y frío
    te vi pasar, corazón,
    con el auto que fue mío
    y el tapado de visón.
    Tus ojos vieron mis ojos,
    pero no vi tu rubor.
    Sentí temblar mis despojos...
    y tu perro me ladró.

    Chofer japonés
    con el auto avión a chorro,
    y vos apretando el morro
    del perrito pequinés;
    la vida, tal vez,
    se ensañó y a sangre fría
    me regala la ironía
    de este cuadro hecho al revés.
    ¡Cómo quisiera tener
    para mi frío espantoso
    ese abrigo tan sedoso
    de tu perro pequinés!

    Cuando pasaste a mi lado,
    se me apretó el corazón.
    Yo con hambre, destrozado,
    vos con mi auto y mi visón.
    Por vos perdí mi fortuna,
    después de tu amor y hoy, ¡Ya ves!,
    le estoy ladrando a la luna,
    como el perro pequinés.

    Letra y música de Luis Rubistein.
    Otra belleza...

    ResponderEliminar

Pon un comentario. Nos gusta que nos leas pero también nos gusta saber que nos has leído.