Y además nos hace daño venir aquí. Es demasiado doloroso enfrentarnos a tantas vivencias. Aquí hemos sido muy felices. Pero teníamos que hacerlo. Teníamos que venir. Aquí nos hemos enamorado, hemos protagonizado historias imposibles de reproducir, hemos visto el inconfundible brillo de unos ojos rebosantes de alegría y hemos fabricado los más hermosos recuerdos. Creamos un refugio seguro en el que nada ni nadie del exterior podía entrar. Ahora van a demolerla. Y como conocemos todos sus rincones secretos, nos escondemos bien para que no puedan encontrarnos antes del derribo. Porque de todas maneras, al destruirla, iban a destruirnos a nosotros también.
Exacto retrato del materialismo en el humano.
ResponderEliminarAún la casa, por querida que sea no deja de ser un objeto ,y no debe destruírnos su demolición.