
Mi fascinación por las fechas me acompaña desde niño. Llevo días obsesionado por saber la de mi muerte, y la hora, la hora exacta, todos sabemos la de nuestro nacimiento, ¿y la de nuestra muerte?, pienso en ello mientras espero el tren de mediodía; hoy se retrasa, aunque… ya viene, ¡ya viene! Noto las vibraciones de los raíles de las vías en mi espalda: es 11 de diciembre de 2011 y son las 16 horas 3 minutos y diecinue….
Autora: Yolanda Nava Miguélez
Blog: Mis historias
Madre mía, es una auténtica obsesión conocer la hora de su muerte, y ante su imposibilidad, la provoca.
ResponderEliminarTremendo relato Yolanda, felicitaciones,
Muy bueno, Yolanda!!! Felicitaciones!
ResponderEliminarEs interesante saber que uno puede ser el propio oráculo, su propia anticipación y destino.
ResponderEliminarMenuda obsesión, mortal de necesidad...
ResponderEliminarBuen final.
Saludos
Gracias por vuestros comentarios. Abrazos.
ResponderEliminarUn espejo de la fragilidad que tenemos al ser víctima de nuestros errores.
ResponderEliminarLa muerte debe tener su propio tiempo, es un territorio que sólo nos pertenece en lo especulativo.
El último gran misterio que a cada quien finalmente se le revelará, o no.
Una obsesión te lleva hasta los límites más insospechados. Un micro excelente Yolanda. Por lo menos se ha salido con la suya, ya conoce la fecha. Un beso.
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