Toca jotas con maestría, hace encaje de bolillos, zurce los calcetines y guisa en su fogón de piedra, sabe retejar, esquila ovejas y respiga, también plancha y prepara su propio jabón, declama y cuando no escribe versos, pinta acuarelas. Habla cinco idiomas y sabe escuchar, es amable, siempre tiene una sonrisa dibujada, y nunca duerme la siesta porque prefiere leer. Lo peor que pude hacer fue llamar a la radio para contarlo: ahora, mientras las solteras del pueblo se lo rifan, los mozos me miran mal, y a él, a mi amigo japonés, mucho peor y eso no es bueno para el negocio de bonsais que acabamos de montar.
Con cierto retraso sobre la fecha prevista para el 4 de enero.
Que cuadro tan magistral acerca de los celos presentas aquí.
ResponderEliminarBRAVO.
Pero a quién se le ocurre contar eso por la radio!
ResponderEliminar^^
Muy bueno, Paloma.
ResponderEliminarMe pregunto si te inspiraste en el japonés cantador de jotas que vive -no sé donde- en Aragón.
Me voy con la sonrisa puesta.
Un abrazo.
La envidia es el deporte nacional.
ResponderEliminarGracias chicos!!
ResponderEliminarLa moraleja está clara, si quieres deshacerte del marido no hables mal de él. Divertido, Paloma
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