viernes, 13 de enero de 2012

Batman

Batman lleva unos días taciturno. Robin se ha quitado el disfraz y disfruta perdido entre las curvas de una mujer llena de espinas. Catwoman hace tiempo que no salta a su ventana y su fiel mayordomo, Alfred, pierde el tiempo entre gintonics machacando un hígado que ya parece paté. Batman, sobre la torre más alta de Gotham, echa de menos a todos los locos de Arkham. El Joker, Pingüino y Enigma son ahora ricos de videojuego. No hay héroe cuando no hay enemigos que quieran pecar. Las nubes exponen su estómago en un cielo morado de cómic, todo parece listo para que Gordon lance la Batseñal pidiendo ayuda ante un caso difícil, de esos que se arreglan con brazos rotos y voz oscura tras una sombra que no se ve. Batman escucha el ruido de frenos, las sirenas, el gorjeo de un par de palomas aleteando alrededor. Ahí abajo todo parece tranquilo, distante. Bajo la máscara, inclinándose un poco, piensa que nadie echará de menos a Batman cuando encuentren muerto a Bruce Wayne.


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