Escogeríamos una cerilla por turno, el que sacara la más pequeña de las cinco, debería hacerlo. A pesar de nuestra corta edad, ya teníamos una cabal idea acerca del peligro y del valor. Ninguno quería jugarse: era demasiado alto, habría demasiadas piedras. Ninguno quería retirarse: era demasiado vergonzoso, habría demasiadas burlas.
Subió al acantilado, giró su cabeza hacia nosotros (sonreía), afectó una pose de clavadista y se arrojó. Entró al mar como una flecha, con sobrado estilo, pero nunca volvió a la superficie. Pasaron casi treinta años de aquella tarde y aún no nos atrevemos a decirles a esos ancianos padres que sólo fue una mala broma, que todos sabíamos cuál era la cerilla más corta y que hicimos que su hijo eligiera en último lugar.
Aprovecho la oportunidad para saludar a todos los colegas de "El Microrrelatista", es un honor compartir este espacio con ustedes.
ResponderEliminarLes deseo una Feliz Navidad.
Un cariño enorme.
HD
Éstos niños criminales se quedaron trabados en su conciencia, siempre enchina el cuero presenciar el horror real.
ResponderEliminarSi nos paramos a pensar, todo en la vida es una mala broma. Y quien conoce la respuesta lleva las de ganar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Felices fiestas.
Impresionante. Creo que es de los mejores textos que te he leído. Mantiene la tensión, impecable técnicamente y con tirabuzón final. Me encanta.
ResponderEliminarFeliz Ranidad
Un texto terrible y terriblemente bien contado. No sé quien me ha dado más pena o dolor: el niño arrojándose, los padres ancianos y su pérdida, o los niños ya hombres conviviendo con una mentira así, y cobardes, manteniéndola.
ResponderEliminarUn horror. Demasiadas piedras.
Cómo duelen esos treinta años; y qué bien sabes hacer que sea así.
ResponderEliminarFelices Fiestas para tí también, para todos y un fuerte abrazo.
Mirada afilada, como el acantilado de tu relato, a los ritos de iniciación. Incluyendo el secreto, que los chicos se llevarán a la tumba. Impresiona.
ResponderEliminarFeliz Navidad para los lectores, colaboradores, organizadores y allegados del Microrrelatista.
La falta de consciencia cuanto lo hicieron y la mala conciencia el resto de sus vidas. Estupendo.
ResponderEliminarLos niños tienen onciencia, distinguen el bien del mal. Estos eligieron el mal. Un punto negro en la memoria no hace justicia.
ResponderEliminarTambién para mí es un honor compartir con vos este espacio, Humberto.
Feliz Navidad!!!!
Muchas gracias a todos.
ResponderEliminarHD
Es un texto impresionante, no hay fisuras ni palabras de más, una muestra más del maestro Dib.
ResponderEliminarUn saludo a los Microrrelatisas.
Feliz navidad Humberto.
Sabri!!
Un micro oscuro, tenso, muy bueno, donde se luce el registro marcado del Sr. Dib.
ResponderEliminarUn texto perfectamente medido donde se dibuja la luz mortecina que envuelve algunas almas ¿humanas?
Mis parabienes al autor.
Homicidio involuntario... Me encantó y como todo lo bueno me dio ideas. Muy bueno, la realidad, puede parecer a unos ojos horrenda y a otros simple juego.
ResponderEliminarSiempre tan grande Dib!!
ResponderEliminarMagnífica historia nos dejas, enhorabuena.
Un beso.
Stefi
Repudio con el alma las bromas pesadas aunque no he sido victima ni victimaria de alguna. Se dice que uno recuerda más el daño que ha provocado que el que ha recibido.
ResponderEliminarQué espanto. Me recuerda un caso real que salió hace unos años en televisión. En vez de acantilado, era un terraplén. Un grupo de chicos hizo que se matara otro niño con una bici que habían manipulado. La realidad supera a veces la ficción. Un saludo.
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