Con un ojo en la hembra, el camaleón aparta el otro de la mantis religiosa y hace gala de sus cromatóforos. Ella se va. Seis semanas después de buscarla incansablemente a izquierda y derecha, atrás y adelante, la ve hermosamente serena rascando un hoyo en la tierra. Él cambia al color del reproche.
Hablamos de camaleones ¿verdad? :-)
ResponderEliminarMe gustan los relatos de naturalista jeje. Así es el amor.
ResponderEliminarTan intensamente camaleónico que sólo puede agradar.
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