En el dintel de la puerta de la cocina, mi padre midió durante años mi crecimiento, haciendo muescas en la madera con la punta de su navaja. La última señal, suavizada por muchas manos de pintura, marca un metro y cincuenta y seis centímetros y coincide, más o menos, con mis trece años y las palabras de mi madre mientras me entregaba mi primer paño higiénico: “Hija, ya eres mujer”.
Se acabó el crecer...Qué recuerdos, jeje.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Lo mismo me dijo mi madre. ¡Que momento cruel!
ResponderEliminarCruel momento sí, pero al final le dais naturalidad como con otras adversidades.
ResponderEliminarUn saludo.
Por cierto, creo que tenemos in pequeño desacuerdo en la definición de dintel.
Qué mal momento... y sin explicaciones
ResponderEliminarAbrazos
¡Cómo han cambiado las cosas! Ahora ese momento las jovencitas lo viven con mucha naturalidad, sin miedos, sin vergüenza. Como tiene que ser.
ResponderEliminarBesos
Realista,
ResponderEliminarsaludos
El medidor de casa estaba en la puerta del baño y el tramposo de mi hermano siempre se ponía de puntillas...
ResponderEliminarSaludos!!
Gracias Rosa, Ma, Alfonso, Anita, Ana, Omar y Paloma.
ResponderEliminarAbrazos variados.
¡Que recuerdos! y que disgusto.
ResponderEliminarDurante unos dís al mes, no me dejaban salir a jugar.
¡Que distinto es ahora!
Un abrazo.
Ignorante de mí, yo creía que se trataba de una leyenda de abuelas y resulta que así es.
ResponderEliminar¡Venga, toma y sin más explicaciones!
ResponderEliminarEra así.
Besitos
El relato me gustó. Si es así o no, no lo sé, a mi mi madre no me dio nada. Como en todo las cosas van cambiando, a veces para mal, a veces para bien.
ResponderEliminar¡qué recuerdos, Lola¡
ResponderEliminarEl rito iniciático.
Isis, Sergio, Elysa, Cybrghost, Elena, gracias por comentar.
ResponderEliminarTiempos aquellos del NODO y las vergüenzas.
Abrazos a repartir.
Me gustó mucho el ritmo y las imagenes tan claras. Me dio la impresión que al unirse en complicidad femenina con la madre, a la vez rompió con la camaradería paterna. ¡Asi es la vida!
ResponderEliminar