¡Pensar que él la miraba desde adentro, sin que ella lo advirtiera! Estaban unidos por los avatares de la vida y apenas sabían de la existencia uno del otro. Juana, trabajaba de doméstica y no podía perder tiempo en sentimentalismos. Así, la habían criado. Todo el día con la carga a cuestas enfrentando los designios de quién sabe qué destino. Él, pegado a ella, sin entender nada, no la perdía de vista ni a sol ni a sombra. Pero, esa noche de verano, todo cambió, después de un tumultuoso encuentro y ya decidido a mirarla en el afuera, dispuesto a acompañarla para siempre, se sintió libre cuando el médico cortó su cordón umbilical.
Me has sorprendido!! Ha sido estupendo sustituir al "señorito" que mi mente iba dibujando por su hijo. Muy buen giro.
ResponderEliminarAbrazos
Un absoluto alivio, a partir de ahora se conocerán de verdad.
ResponderEliminarMuy bien. Consigues llevar al lector por un camino equivocado. Me ha gustado.
ResponderEliminarel giro del final, genial,
ResponderEliminarsaludos
Muy bien, si que consigues despistar, sí.
ResponderEliminarBesitos
No me esperaba para nada ese final.
ResponderEliminar¡Genial!.
1 abrazo.
Como en los partos mismos diste a luz al final.
ResponderEliminarBravo.
( lo del cordón siempre me ha parecido algo tan gore.)
Felicidades, bonito relato.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias a todos por vuestros comentarios que me enorgullecen. Un afectuoso saludo.
ResponderEliminar