viernes, 22 de julio de 2011

Metejón

El ritual era simple. Iba hasta las vías y ni bien el silbato agitaba el humo de la locomotora, pedaleaba con todas sus fuerzas. Cuando el tren se perdía en la curva, frenaba jadeante y renovaba su esperanza de verla.
Una tarde su perseverancia dio fruto. Adela, sentada en el primer vagón, miró su bicicleta destartalada y se rió altiva. Fue ella la que gritó “¡Lo agarró! ¡Lo agarró!”.
Ahora la ve todos los días. Viene con su madre al hospital. Le trae libros y alguna golosina.


Metejón: en lunfardo, enamoramiento.

6 comentarios:

  1. Curiosa forma de dar con un final feliz.

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  2. Brutal, sí. de como un atropello puede ayudar a unir...
    Abrazos!!

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  3. Un escalofrío me recorrió la espalda. De pena, de alivio, de ternura.

    Gran micro, Sandra
    Abrazos!

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  4. A veces hay que sufrir y arriesgarse por lo que uno quiere ¡¡¡¡¡

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  5. Gracias Carlos, Sucede, Patricia, xixe!
    Torcuato me ha invitado a formar parte de este espacio literario y me salió un micro agridulce.
    Un placer participar.
    Saludos van!

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  6. Desesperanza que una en amistad, un guión difícil y bien resuelto.

    Blogsaludos

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