Kimya (Silencio) no nació en Kenia una noche de verano. Ni la luna llenó todo el cielo asomándose tras el Klimanjaro. Ni fue robada para el servicio de la familia Yapur en el Líbano. Ni fue azotada, pegada, humillada día tras día por su dueña, ni por su consentido hijo pequeño, con el que decidió arrojarse, abrazada al vacio, desde la séptima planta para llegar a formar parte de las estadísticas...
Y no pasó, sencillamente, porque el Destino se quedó dormido leyendo la partitura e interpretó mal ese silencio de negra, confundiéndolo con una blanca. Ésta que nació en un pueblo de la Mariña Lucense, se llama Esperanza (Matumaini) y acaba de encontrar trabajo en el súper de su barrio.
bicefalepena
Es ferpecto, Bicefa. Una maravilla. Por... todo.
ResponderEliminarBesos al maestro.
Ps, jaja, lo leí tres veces para creer que ya lo entendí. De todas formas me agrada, por mítico.
ResponderEliminarOriginalísimo.
ResponderEliminarChapó!!!!
ResponderEliminarEs un placer leerte.
¡Me ha encantado! Lo que pudo ser y no fué, lo que fué y pudo cambiar, lo que quizás será, lo que nunca fué... Me dejo mecer, confuso, en las notas de tu composición.
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