martes, 26 de abril de 2011

Nocturno

Siempre que tocabas el nocturno de Chopin la casa se llenaba de moho, la humedad brotaba del parquet y  casi se la podía ver revoloteando en torno al piano, bamboleándose en cada apoyatura. Entonces los acordes removían el polvo y las telarañas se cimbraban, había que ver a los arácnidos asustados bajando por las paredes; y era primavera. Yo te esperaba todos los lunes tras la puerta, con los ojos bien abiertos, las manos bien extendidas, y cuando la puerta se abría cerraba los ojos y te dejaba pasar, me quedaba ahí hasta escuchar la primera nota. Después encontré a una mujer tan sola como yo y supe que tenía que escucharte tocar a Chopin, pero dejaste de venir y el musgo envuelve la casa y los arácnidos tejen despreocupados en tu piano. Quizá pensaste que me estaba enamorando.


Baizabal

7 comentarios:

  1. buen final , me gusto mucho tu relato, besos

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  2. Si te paras un momento, el musgo te abriga como una manta, mientras escuchas de fondo el nocturno de Chopin.

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  3. Ese quizás duele tanto... me gustó mucho
    saludillos

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  4. Ese quizás duele tanto... me gustó mucho
    saludillos

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  5. ¡Hermoso,Baizabal! Un amor en ciernes, después de la vida. Un gusto.

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