Nadie, en varios kilómetros a la redonda, sabría decir su nombre. Esas criaturas que ahora les dominaban sólo emitían sonidos guturales, habían prohibido su lengua. Echaba de menos las palabras de su pueblo. Habló en voz alta únicamente porque necesitaba escucharlas, para no olvidarlas: Reykarak, tú eres el único que recuerda la profecía, tú lo conseguirás.
Huiría esta noche. Se había hecho amigo de un caballo, ellos aún entendían su lengua. Cuando todos durmieran, el caballo vendría a buscarle. Cabalgaría toda la noche. Y cuando la palabra libertad resonara en la cúpula del templo de Mur, los hombres hablarían de nuevo y los sonidos guturales serían ahogados por sus palabras.
Puri Menaya.
el rincón de la bruja de chocolate
UJn poco más y se me pasa el día de publicar... No puede irse una de vacaciones...
ResponderEliminarPues hubiese sido una pena,que no lo publicaras.
ResponderEliminarSaludos
Es un tema poco tratado el de las lenguas desaparecidas. La lengua es una riqueza de primer orden.
ResponderEliminarBlogsaludos
Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarAdivín, precisamente ahora estoy leyendo el libro de Orwell "1984", donde lo que quieren es hacer desaparecer la lengua, de manera que sea imposible que la gente piense. Y es que la lengua es un instrumento para la libertad.