Subo fatigosamente la escalera de piedra, cuando un hombre en jubón, calzas y arco en mano se me adelanta y llega antes que yo a la almena de la torre. Desde allí, al parecer, reconoce al enemigo que se acerca. Entonces carga y tensa el arco: la certeza puesta en el rival.
—¡Qué ridiculez! ¿Cómo puedo soñar esto? —exclamo al tiempo que él suelta la cuerda. No hay duda de que le he hecho errar el tiro pues, furioso, carga otra vez y me apunta a mí.
Así fue como desperté con esta terrible punzada en el ojo izquierdo, doctor.
Fue una suerte que apuntara al ojo... :o) Me gustó como mezclaste los dos mundos, el onírico y el real.
ResponderEliminarUn abrazo
Sólo un dolor de ojo, por un momento pensé que lo contaba desde el más allá.
ResponderEliminarEl dolor que físicamente sentimos, viene de lejos, el sueño de este hombre, le da datos simbólicos de donde procede.
Besos, Mónica
El sueño deja su huella en la realidad.
ResponderEliminarPensaré este micro como un tratado iniciático y sólo soñaré paz y belleza.
Como siempre, el placer de leerte.
Hay sueños que revelan dolencias ocurridas en vidas anteriores, que nos duelen en esta vida sin razón aparente, en fin que lio me he hecho, pero me pareción excelente tu escrito.
ResponderEliminarBelén,Torcuato, Patricia, Artistalight, muchas gracias por los comentarios tan interesantes que les ha sugerido el micro.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Me ha gustado mucho. Me voy para tu blog. Saludillos
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