domingo, 10 de abril de 2011

EPIFANÍA.

Al huir con el botín del asalto al banco se vió cercado por las fuerzas de la ley en el callejón.
Sonriendo y poseído por un éxtasis de furia dió la cara a sus opositores y metralleta en mano abrió fuego y puso a todos a correr, pero ellos eran tantos que ni cuenta se dió del francotirador que le dió en el estómago
doblándolo de dolor y de agonía.
Murió orgulloso de haber caído como un valiente y redimió su conciencia de todos los años que pasó robando legalmente como banquero.

8 comentarios:

  1. Me recordó a la fábula del escorpión y la tortuga: a pesar de que el escorpión le asegura que no le hará nada, acaba haciéndole daño porque es algo que va en su naturaleza... Todos tenemos tendencias innatas, y buscamos formas de justificarla.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Como siempre, Carlos, la originalidad en tus textos es notoria. El final, es la guinda.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. muy buen cierre, acorde al título Clap clap clap!!

    ResponderEliminar
  4. ¡Vaya final!, felicidades porque eres buenísimo.
    un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Gracias amigos por el estímulo de tan amables comentarios.
    Ojalá y llegue el día en que se disuelvan las complicidades entre los gobiernos y la sarta de rateros con licencia que moldean las leyes a su antojo para vampirear a la población indefensa.

    ResponderEliminar
  6. Fina ironía de un gentil caballero, siempre me encantan sus escritos Carlos :)

    ResponderEliminar
  7. La franqueza antes que la honestidad, ¡me gusta!

    ResponderEliminar

Pon un comentario. Nos gusta que nos leas pero también nos gusta saber que nos has leído.