Esa noche el sultán fue claro:
―La historia de hoy no rebasará las treintainueve palabras.
Sherezada supo que con aquella artimaña, sólo buscaba la manera de acabar con ella.
―¿Tengo otra opción? ―preguntó pensativa.
―Ninguna.
―Entonces… ―ofreció su cuello.
Algún día todas las cosas se acaban y es que... ya eran muchos cuentos.
ResponderEliminarElla perderá su vida y el sultan sus sueños.
ResponderEliminarPierden la vida los dos.
Un beso, José Manuel
"Antes muerta que sencilla", dijo ella instantes antes de morir.
ResponderEliminarUn saludo.
Y el sultán murió de aburrimiento.
ResponderEliminarsinceramenete, creo que ella no Debería haberse rendido ante tan escasa condición.
No se rindió.
ResponderEliminarSe hartó de vivir sometida y dió un ejemplo de no temerle a la muerte.
Gracias por comentar. Supongo Sherezada ya no tenía vida propia, aunque el ingenio le sobraba. Todo tiene un principio y un fin.
ResponderEliminarUn abrazo para todos.