miércoles, 30 de marzo de 2011
Si supieras
Mientras tomabas el café humeante, te miraba. Yo estaba del otro lado de la barra, secando tazas y pocillos de buena porcelana. De tanto en tanto, alzaba la vista para contemplarte, cómo sorbías, cómo te rascabas la cabeza, tal vez por el calor de los radiadores o retirabas la bufanda gris del cuello. La calefacción estaba alta. Un cortado fuerte con una medialuna me desplazó de la contemplación. La puerta vaivén con gruesos herrajes de bronce adheridos a los vidrios fuertes de sus hojas, dejó entrar el frío húmedo de junio. Me estremecí. Una mujer rubia, delgada, esbelta, entró y se sentó a tu lado, abrió un maletín de cuero negro, colgó su cartera valiosa, también de cuero, en la silla e inició una conversación inaudita parte, mientras tú le regalabas la más hermosa expresión de credulidad. Se levantaron y tú la tomaste por la cintura, un poco desdibujada por el grueso sacón que el invierno imponía. Ya en la vereda humedecida por la neblina matinal, la besaste y ya no pude ver más. Restregándome las manos dejé encerrada mi fantasía en la máquina de café express hasta el otro día.
el tema es que nunca se pudo enterar Buenísimo el título y el micro, Millz M!
ResponderEliminarPrecioso....el corazón nunca camina por la misma senda que la realidad :)
ResponderEliminarBesito
Gracias compañeras de las letras. Un abrazo
ResponderEliminarMuy bonito Millz, una prosa que envuelve. Cuántas fantasías nos montamos y la realidad nos las estampa en un momento.
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