Escuela |
Ocho por tres. Escribo un siete, me llevo tres. El maestro da un rápido vistazo a la tarea. Otra vez todas mal, vocifera. Borro con cuidado, la hoja está a punto de agujerearse. Suena el timbre y se desencadena un estrépito de sillas. Don Eustaquio abre, cachazudo, el periódico, mientras pronuncia los nombres de los que se quedan sin recreo. Cuando se oye el mío, el gordo Tejada, rodeado de sus compinches, me lanza una mirada burlona que no consigue esconder su fastidio: hoy tendrán que tomarla con otro.
Pativanesca
jeje La estrategia del débil.
ResponderEliminarAbrazo
y el frustrado maestro satisfecho de dejar a esos niños sin su merecido recreo.
ResponderEliminarAdjunto al hilo, una referencia respecto a los sistemas educativos:
http://superehore.blogspot.com/2010/11/educacion-y-creatividad.html
Es buenísimo, Elisa. Un retrato maravilloso de un niño inteligente, en las matemáticas y en las estrategias de defensa. Quizás eliminaría la última frase, pero claro, seguro que tiene un sentido que yo no entiendo. Un abrazo.
ResponderEliminarBravísimo Elisa!!!!
ResponderEliminarInteligencia burla brutalidad, ojalá fuese así siempre.
Besos
Muy bueno, Elisa: las matemáticas le han salvado, al menos por esta vez. Y no estoy de acuerdo con Pedro Alonso, aunque ya se sabe que el libro de los gustos está por escribir. Yo no eliminaría la última frase. Para mí crea atmósfera, aparte de que se le pueda dar una interpretación simbólica (el sol como libertad, las rayas amarillas como barrotes) paradógica: la falta de libertad o esparcimiento como salvación, o cualquier otra cosa. Ya lo hemos hablado en otra ocasión, pero en los micros también tiene que haber atmósfera, contexto, no sólo acción.
ResponderEliminarUn beso.
Sí, Mónica, la debilidad nos hace fértiles en recursos. :)
ResponderEliminarSergio, tal vez cada vez haya maestros como este, pero haberlos, haylos. Visitaré el enlace.
Ojalá, Pati, ojalá.
Pedro y Caboclo, gracias por vuestras opiniones. Cuando escribí este micro la última frase me vino sola y me gustó, es de esas a las que nunca renunciaría. El comentario de Pedro me hizo pensar en qué transmitía y llegué a la misma conclusión que Caboclo, aunque él lo ha expresado mejor que yo: la luz nos habla simultáneamente del alivio y de la consiguiente pérdida de libertad, las líneas representan una cárcel que también es refugio. Creo con ella se aporta al relato una cierta ambigüedad que lo enriquece. Me encantan este tipo de críticas que me hacen replantearme los escritos, para modificarlos o para reafirmarme en lo que he escrito, según los casos, claro.
Besos a los cinco.
Está bien la inteligencia sobre la fuerza bruta. Y di que sí, el final muy bueno, quizá no aporte nada al argumento, pero sí al relato, porque le da clima y profundidad.
ResponderEliminarSaludos
Genialllll Elisa.
ResponderEliminarBicossss
Muy bueno Elisa. Hay que buscar estrategias defensivas, desde niños. Y qué triste que el profesor no se entere de nada...
ResponderEliminarSibreve, me alegra que también a ti te guste el final, sin él para mí el relato pierde mucho. Gracias por comentar.
ResponderEliminarBesos agradecidos, Carmela.
Puri, tu opinión me interesa, pues tú eres experta en niños. Tienes razón, es triste la actitud del profesor, yo creo que pertenece al pasado, que cada vez hay menos "profesionales" de ese estilo.