Los niños jugaban a atrapar la luz del arcoiris. Sucios de barro, ascendieron una nueva colina y tampoco lo hallaron. Kiwana se sentó sobre una roca y se preguntó: ¿por qué no se deja atrapar? El estallido de un trueno seguido por un destello de chispeantes hilos en el horizonte, rasgó el silencio y provocó que alzara la cabeza. Su hermano Kiwa, echó a correr colina abajo, desapareció tras un matorral. Una manada de antílopes inició una estampida. A su lado unos ojos amarillos la observaban. No se movió y lo entendió. El Dios león acababa de apresar el arcoiris...
Moderato_Dos_josef
Poéticamente trágico
ResponderEliminarMe ha encantado leerte Josef!
Me genera dudas. Por un lado está la tormenta, que acaba con el arcoiris, ¿puede ser? Pero entonces se me escapan los ojos amarillos a su lado. Si el trueno es una metáfora del rugido, se me escapan entonces los chispeantes hilos en el horizonte. Si es lo primero me pongo en el lugar de una niña que ve por primera vez una tormenta, y me parece una pasada la explicación que da de ésta. Si es lo segundo, el trueno como metáfora del rugido también me gusta.
ResponderEliminarModerato_dos_josef... ¡qué me ando perdiendo yo solo! Preciosas imágenes de cualquier modo.
Abrazos.
Lindo, muy lindo.
ResponderEliminarBicos josef
Muy bonito. Como una leyenda africana.
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