domingo, 6 de marzo de 2011

El columpio.



Le gustaba subirse de noche a los columpios de los niños, y así entre las sombras soñaba que un día su balanceo le permitiría llegar a aquella estrella, la suya, la que parecía parpadearle y la acompañaba desde que un día le dijeron "no llores niña, él está ahí arriba".

Y cada noche al balancearse le mandaba mil besos, le hablaba de todo y sentía su ausencia, y su parpadeo le parecían pequeños guiños a los que le contestaba un... "y yo también a ti".


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