Con diez dedos sobre las dos copas el matemático de bocas replicadas desplaza en el aire el brebaje. A su lado la gente duplicada no para de emitir ruidos estridentes, palabras extrañas. Ondulan en paralelo a su paso y él camina entre adoquines formando cubos con farolas apostadas en la calle como porterías de fútbol sin larguero.
No es tan tarde como debería y la calle aún está llena de caminantes de cuatro piernas que le dificultan avanzar río arriba. Los coches, a modo de naves espaciales, dejan un borrón luminoso al deslizarse sobre el asfalto. El paso de cebra como escalera mecánica en horizontal y cada escalón, cada bordillo, como cordillera en miniatura.
El primer vómito le sabe ácido y mancha las cuatro puntas de sus cuatro zapatos. Con el segundo saborea el tequila que pende de un hilo de saliva desde su lengua.
Reconoce al señor de dos cabezas que siempre le pide dinero sentado en un taburete. Está cerca de casa y comienza a buscar las llaves en uno de los tres bolsillos y medio de su pantalón. Le resulta difícil articular sus dos índices derechos con sus dos dedos gordos derechos para hacer prensa en el agujero negro de sus vaqueros.
El portero se acerca caminando como una araña, ocho extremidades negras le cogen bajo los brazos izquierdos y lo depositan en el interior del ascensor. Siente nauseas al elevarse.
Introduce la llave después de diez intentos y cuatro arañazos a la madera. Da un par de vueltas al girar el pomo de la puerta y entra en la casa boca abajo. Se quita los zapatos tirándose en el techo. Cae en la cama centrifugando su cabeza sobre la almohada, las cuatro manos agarrándose a las sábanas y los cuatro párpados cerrándose fuerte para no perderse en la espiral áurea de su cuarto. El alcohol emana de su piel y difumina los límites de su cuerpo como en una nebulosa.
El matemático cae dormido e inicia oposiciones para resaca. Al despertar todo se habrá dividido entre dos. Su vida será la mitad sin ella y él tenderá a infinito como múltiplo de nada.
Buff, la descripción me ha hecho pensar en aquellas mañanas de "desde hoy no vuelvo a beber nunca más" ;-), pero lo que realmente me ha encantado es el final:
ResponderEliminar"Su vida será la mitad sin ella y él tenderá a infinito como múltiplo de nada."
Precioso. Enhorabuena y abrazos
Has logrado algo mágico: parquedad y belleza.
ResponderEliminarHa sido un gusto leerte Alberto.
Suprema borrachera con golazo de final, pero mejor bebe tequila del bueno, ésos efectos van más allá del agave.
ResponderEliminarMe ha encantado, Alberto, hay cierto humor a lo largo de la descripción de la borrachera que se disuelve en el melancólico y certero final.
ResponderEliminarEnhorabuena.