Music box, de Daywish, en Devianart. |
Del cofre de marfil sacó una muchacha del tamaño de mi meñique. Al compás de los cascabeles que ceñían sus tobillos, cimbreaba la cintura y hacía aletear delicadamente sus brazos hasta que el mercader le ordenó encerrarse de nuevo. No tuve dinero para comprarla. En este frasco guardo la lágrima que derramó mientras retornaba al cautiverio.
Qué bueno!!!
ResponderEliminarPrecioso!!!! Me ha encantado la delicadeza de todo el texto, forma y contenido.
ResponderEliminarSaludillos
Tu frasco ha de ser igualmente bello y maravilloso, tanto como la bailarina, tanto como tu cuento.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué lindo, es mágico y hermoso tu relato Elisa.
ResponderEliminarGenial! Sí, realmente mágico.
ResponderEliminarUna joyita el microrelato. Me encantó.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué delicadeza, qué preciosidad...toda una historia que cabe en una cajita.
ResponderEliminarUn abrazo Elisa
Lo leí en la microjusta, pero no sabía que era tuyo! Enhorabuena, precioso!!!
ResponderEliminarTu relato me ha transportado por un momento a un mundo de circo ambulante que embelesa con su magia y misterio y esconde sus dramas y miserias. Realmente bueno.
ResponderEliminarGracias, Sibreve, Puck, Patricia, Artistalight, moderato_dos_Joseph, Mónica, R.A., era un texto que me planteaba dudas, me alegro mucho de que os haya gustado.
ResponderEliminarAnita, es que en Ficticia me he acostumbrado a los pseudónimos. Qué pena que no sigas en las justas, estuviste en un tris de pasar. Tuviste una idea genial, te faltó pulirla un poquito. En la próxima nos veremos.
Gracias, Pedro, me gusta mucho tu comentario, da qué pensar.
Muy bonito Elisa, echo yo también mi lágrima en ese frasco.
ResponderEliminarBesos
Triste historia de cautiverio.
ResponderEliminarBicos y sencillo y bueno.