Elenita se levantó despacito y se fue en puntillas de pie rumbo a la cocina. Nadie habría de sospechar, menos a tales horas, cuando todo está calmo, en penumbras. Ella quería probar y ganarle la apuesta a sus primas. El miedo la hizo presa cuando escuchó un ruido abajo. Se quedó quietecita en la escalera y esperó nuevamente el silencio. Llegó hasta la alacena, buscó en los estantes y tomó un frasco de dulce de leche, dio media vuelta y regresó a su cama. Prontamente tuvo que ir al baño, el revoltijo que había en su panza era terrible. Los retortijones no la dejaban dormir.
Esa mañana no se levantó. Sus primas le habían jugado una cruel broma. Tampoco lo hizo al día siguiente, ni el otro, ni el otro. Nadie observó la ausencia de un frasco de dulce de leche, que fue bien ocultado, porque la alacena estaba llena de ellos. Finalmente el médico atribuyó a un "virus" la enfermedad que mató a la arriesgada Elenita.
La crueldad nunca es una broma, ni siquiera cuando parte de un niño. Terrible micro has escrito Millz M!
ResponderEliminarUn placer leerte
Abrazos
Pobrecita, Elenita y sus primas también, seguramente no querían hacerle ese terrible daño :(
ResponderEliminarMuy bueno, Millz. Has conseguido reflejar perfectamente la crueldad infantil, que es la mayor de las crueldades, porque ellos nunca miden las consecuencias.
ResponderEliminarBesitos
¡Joder!
ResponderEliminarCuando somos niños, debido a que no sopesamos la gravedad de nuestros actos, podemos llegar a ser realmente crueles. Impactante relato Millz. Un saludo.
ResponderEliminarTerrible. MUy bueno!
ResponderEliminarGracias a todos, realmente esas bromas ocurren con los niños y con los púberes o preadolescentes más. Más allá del impacto literario, creo que nos corresponde a los padres enseñar estas cosas, aunque no nos guste. Comparto con Pedro que los niños ni los jóvenes no miden (no saben)las consecuencias de sus actos y con Sara que la crueldad infantil, por lo dicho es la más cruel, valga la redundancia en este caso. Otra vez gracias a todos.
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