Lloro de impotencia. Impotencia porque las normas sociales estén así en mi país. Impotencia porque mi padre haya muerto cuando yo apenas he cumplido los treinta y seis años. Impotencia porque no me ha dado tiempo a despedirme de mis compañeros de francachelas. He vestido mi traje negro, he ido al cementerio y he visto como han enterrado al egoísta de mi padre. Ahora me voy a dormir. Mañana tendré que sustituir a mi padre en el trabajo. Así está establecido. Su despacho será mi despacho. Su ordenador será mi ordenador. Su secretaria será… Mejor que me vaya a dormir. Mañana me tendré que levantar temprano.
Fabulosa habilidad de sacarle a éste relato un final feliz.
ResponderEliminarBravo.
Impactante, pero bastante real la verdad.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Carlos
ResponderEliminarUn abrazo, Adivin.
Adivín, echándote de menos, da gusto compartir día contigo por aquí y que dejes joyas como esta. La secretaria es impactante, con razón se va a dormir pronto.
ResponderEliminarAbrazos
Genial progresión
ResponderEliminarSaludillos
Qué gusto da volver a leer tus textos Adivín. Uno se quedo con un buen sabor de boca. Abrazos.
ResponderEliminarLa impotencia de tener la vida asegurada y el final mejor.
ResponderEliminarBicos.