Para que no se enteren de que me he marchado realizo todos mis movimientos con gran sigilo; espero a que el resto de la familia concilie el sueño y abandono mi habitación aguantando incluso la respiración. De puntillas, desciendo las escaleras para acceder a la puerta de salida. ¡Ya casi la tengo!- me animo.
En un portal cercano, doña Esmeralda me espera según lo planeado. Nos conocimos hace un par de semanas en el Hogar del Jubilado y como unos adolescentes necesitamos vernos tanto de día como de noche.
Agarro el pomo y una voz venida del mismísimo demonio me grita: “¡Papá, vuelve a la cama!
Delicioso relato, me ha parecido hermoso, y esa voz...menudo susto nos dió!
ResponderEliminarQue sobresalto oir que le han atrapado, muy bien secuenciado, se lo lleva a uno éste relato.
ResponderEliminarSi va a ser verdad que la historia es circular.
ResponderEliminarMuy divertido lo de la voz venida desde el mismísimo demonio.
Un abrazo
Ah, el deber, la responsabilidad y el apego familiar esclavizan al amor. Un abrazo
ResponderEliminarAhora la hija da las órdenes, coincido con Bicefa: cuánta razón tenía el viejo Nietzsche.
ResponderEliminarDelicioso relato!
Por eso de la Navidad me había imaginado que iba a dejar los regalos de Reyes así que me sorprendió el final. Una vez releido me ha gustado todavía más
ResponderEliminarSaludillos
jajajaja pobriñossssssssss.
ResponderEliminarQue no hay derecho no.
Estupendo No Comments y sí commets :)
El parecido entre la niñez y la vejez. Bonito micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estoy trabajando en una historia similar para mi blog. ¡Curioso!, primero lo hago en mucho texto y luego intentaré reducirlo (sin perder el mensaje) para publicarlo en el microrelatista...
ResponderEliminarMe ha encantado, no comments, me ha encantado.
Un abrazo