En el estanque, un nenúfar flota, indiferente a la rana que a punto está de saltar encima de él. A su vez, el pequeño batracio, sólo presta atención a la libélula posada dos hojas más allá. Y creo que en el parque, soy yo el único que se percata de la situación mientras los toboganes se pulen, las ruedas de los carricoches chirrían y las gotas de sudor resbalan por las pequeñas frentes infantiles.
Torcuato González Toval
Torcuato González Toval
Precioso...has conseguido que yo también vea tu hermosa libélula, tu rana, los niños...
ResponderEliminarUn abrazo desde esta otra parte del parque.
Ten cuidado Torcuato un niño que come indiferente su bocadillo está a punto de caerse del columpio y echársete encima.
ResponderEliminarHas creado un oasis de paz en medio de todo ese bullicio, procuraré crear burbujas como esa en este mundo de realidades. Un abrazo y gracias por el consejo ;-)
ResponderEliminarBella imagen has atrapado Torcuato. ¿Y qué hago aquí, por cuál motivo no estoy con vos disfrutando esa maravilla?
ResponderEliminarUn abrazo
¿No hay ningún niño que quiera cazar la rana? Has reflejado muy bien las dos caras del parque, la paz de los jardines y la torbellina vida de los niños jugando...
ResponderEliminarMe gusta mucho la mirada del observador en mitad del bullicio.
ResponderEliminarUn abrazo
Si hubiera 1000 niños en ese parque, hubiera 1000 historias sobre áquel día, la tuya me gustó especialmente Torcuato :) Un beso.
ResponderEliminarsencillamente genial, debemos fijarnos mas en esos pequeños detalles
ResponderEliminarObservando la vida vamos llenando nuestro archivo de memoria de un cúmulo de microcosmos, algo útil para científicos y artistas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es la cosa. Ellos son. Nosotros lo complicamos todo.
ResponderEliminarGenial, Tor.
Un abrazo.
Bonito equilibrio entre las palabras y los sentimientos
ResponderEliminarHas descrito la imagen a la perfección.
ResponderEliminarUn saludo indio
Muy bien Tor! Muy Brasca. Las vidas suspendidas en el instante en que dependen unas de otras.
ResponderEliminarY luego entra González Toval, disparando toboganes pulidos, carricoches chirriantes y frentes infantiles. Para restablecer el equilibrio vital.
Me encantó!
Besos,
Perfecto. No sabía que me habías visto jeje. Me ha encantado.
ResponderEliminarSaludillos croak, croak
¡Qué gustazo de comentarios!
ResponderEliminarGracias mil, amigos/as.
El oasis de paz, como el batracio que sólo presta atención a la libélula. Se siente esa paz, Torcuato.
ResponderEliminarUn abrazo
Que lindo meniño.
ResponderEliminarBonita imagen de quien es observador.
Casi me reconozco jajaaa.
Bicosssssss