Desplegamos las velas para zarpar con nuestros cuerpos en un viaje sin retorno. Me nombro capitán de un barco ingobernable cabalgando sobre olas de pasión desenfrenada. Me zambullo en ese azul donde sofoco mi deseo, dejándome llevar por el remolino de unos labios que me absorben dulcemente mientras los dedos se enredan en la red tejida por su pelo. Las manos, temblorosas, se aferran al timón de sus caderas. En su cuello, la cálida brisa de mi aliento nos empuja suavemente hasta la orilla. Allá donde mis ganas, ávidas de caricias, navegan por su perfil de sirena. Soy un marino loco bañándose en un mar de impulsos y emociones. Exhaustos, agotados, sentimos la quieta calma que mece nuestras ansias, preludio de un periplo inagotable.
Precioso Maite, y sensual, y erótico...
ResponderEliminarHola Maite, Me ha parecido que escribir este tipo de relatos es de lo más díficil, casi siempre se cae en las misma citas y metáforas -algunas de ellas ya van siendo muy metonímicas, aún así creo que si uno llegase a hallar una voz propia en este género sería un gran escritor.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Precioso contemplar que el cuerpo entrgue lo que porta el alma.
ResponderEliminarCuriosamente coincidimos en aportar nuestra perspectiva de relato erótico a la humanidad,ojalá los disfruten con el mismo cariz en que fueron elaborados.Besos.
Una metáfora preciosa, Maite, y además dan unas ganas tremendas de zambullirse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Anita: me alegra mucho que lo hayas disfrutado leyendo casi tanto como yo escribiéndolo ;-)
ResponderEliminarJuan Vásquez: tienes razón, los campos semánticos en alusión a escenas amorosas abundan en la literatura, por eso estoy de acuerdo contigo en que la única salida es encontrar un estilo y voz propios.
Carlos: Eso mismo le decía a Anita, yo creo que se trasmite cuando algo se hace con vocación, devoción o pasión.
ResponderEliminarChula: no te prives y pégate un chapuzón, te aseguro que merece la pena ;-)