Preso de la locura, agarré un cuchillo e intenté deshacerme de ella. Siempre andaba pegada a mí, como si su existencia dependiera de cada uno de mis actos. No podía soportarla más. Me enervaban sus movimientos, con los que parecía estar burlándose de mí a cada paso. Llegué a pensar en más de mil maneras de desprenderme de ella, sin que ninguna obtuviera el resultado deseado. Finalmente descubrí que sólo en la oscuridad, ella, maldita imitadora, me dejaría de perseguir.
Por éso practican boxeo de sombra.
ResponderEliminarEl hombre sin sombra...
ResponderEliminarSe logra en según que posición de la luz, pero se echa de menos eh?
Un biquiño.
Carlos: Así es, al protagonista de este relato le faltó intentar eso.
ResponderEliminarCarmela: si no hubiera sombra, sería que el sol y la luz no existen, prefiero que me persiga ;-)
Ingenioso. Te invito a ver los micro-cuentos que he subido en mi jardín. Saludos.
ResponderEliminarVoy para allá "magnífico"
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