miércoles, 16 de junio de 2010

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Esa mañana el jolgorio en la puerta del juzgado superaba al habitual. Los amigos de Ndiaye, ataviados con sus mejores galas, reían y cantaban esperando impacientes su llegada. No les importó que no acudiese ningún familiar de Carmen, ni tan siquiera les molestó la frialdad de la pareja al llegar al juzgado. Hoy era el día y había que celebrarlo. Finalizados los trámites la pareja salió a la calle agarrada de la mano, pero sólo un instante después se separaron. Fue la última vez que se vieron, desde entonces ella es algo menos pobre y él mucho más libre.

MIGUEL

8 comentarios:

  1. Bien Miguel. Todo perfecto.

    Ella creía que era más rica y él creía que era más libre. Buen micro.

    Un abrazo.

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  2. Buen micro, una reseña de lo que muchos desean.
    Un abrazo

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  3. Al final hacemos las cosas porque algo nos compensan. Te invito a leer uno mío que hice sobre el mismo tema http://aprendizdepalabras.blogspot.com/2010/05/conveniencia.html
    Un saludo

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  4. Una prosa muy sólida, Miguel, sin resquicios.
    Enhorabuena,
    PABLO GONZ

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  5. Es un retrato muy nítido del caso típico de divorcio,interesante como se visten y celebran la ocasión,algo como fiesta al poner fin a un error.
    Dicen por aquí:--¿Sabes porqué los divorcios son tan caros?--
    --Porque lo valen.
    TORCUATO,ya casi coloco mi cuentito,espero hoy mismo respondan mis neuronas con el final.

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  6. No creo que sea un divorcio, carlos, sino más bien una boda para conseguir la nacionalidad a cambio de dinero.

    Un abrazo

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  7. Torcuato lo clavaste.

    Saludos, y gracias por vuestros comentarios

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