domingo, 29 de marzo de 2015

El contacto

Resultado de imagen para noche de invierno y frío


Todas las noches, lo veía pasar apurado desde mi oscura posición en la acera. Casi la misma hora regresaba de su trabajo y marchaba rumbo al hogar unipersonal que ostentaba en el tercer piso del moderno edificio. Dado el avance de mi información sobre el apuesto joven que me atraía desmesuradamente, ya era hora del contacto. Lo decidí de inmediato. Esa noche, noche de invierno, reinventada como tantas otras, en el cauce de una brisa nocturna helada, lo percibí llegar. Estaría a unos cien metros de mi escondrijo cuando el aletear de su bufanda gris me provocó la excitación acostumbrada. El encuentro fue triunfal, casi soñado. Nuestros cuerpos fueron uno, el deseo abrasó la carne, la díada de nuestras almas fluyó sin sorpresa. Propio de mi naturaleza, el largo abrazo y la fuerza de mis besos, terminaron por vencerlo. La vida, fugaz, se escabulló por ese río bermellón que brotaba de su cuello fuerte y robusto.

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