domingo, 22 de febrero de 2015

Café Express

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Esa mañana, como tantas, mientras tomabas el café humeante, te miraba. Yo estaba del otro lado de la barra, secando tazas y pocillos de loza blanca con el logo del bar. De tanto en tanto, alzaba la vista para contemplarte,   para deleitarme en ver cómo sorbías la espuma, cómo te rascabas la cabeza, tal vez por el calor de los radiadores o retirabas la bufanda gris, o la a cuadros rojos y negro del cuello. La calefacción estaba alta.
Un cortado fuerte con una medialuna me desplazó de la contemplación. La puerta vaivén con gruesos herrajes de bronce adheridos a los vidrios fuertes de sus hojas, dejó entrar el frío húmedo de junio. Me estremecí, y no por la  humedad gélida que se acababa de colar en el salón.
Una mujer rubia, delgada y  esbelta, entró, sentándose a tu lado, luego de darte un beso fugaz en la mejilla. Abrió un maletín de cuero marrón, colgó su cartera original, también de cuero, en la silla e inició una conversación  inaudita parte, por largo tiempo, por lo menos eso me pareció a mí, mientras tú le regalabas la más hermosa expresión de credulidad.
Se levantaron sin mediar pedido para ella. Tú la tomaste por la cintura, un poco desdibujada por el grueso sacón que el invierno imponía. Ya en la vereda humedecida, la besaste y a partir del beso que me encogió el corazón y nubló mi vista, volví la mirada al interior de mi lugar habitual. Restregándome las manos, mientras repasaba la máquina de café Express,  dejé encerrada en ella mi fantasía hasta el otro día.

2015


martes, 17 de febrero de 2015

VIENTOS DEL SUR.

En éso pensó de inmediato al estar en la fiesta de su exposición de pintura en un jardín de un palacio en Dubai. Viene un viento del sur. El eufemismo que usaba su abuela para decir que estaba por tirarse un pedo. Le habían explicado antes de su viaje que en ésta civilización que visitaba era de pésimo gusto tirarse uno, y que se consideraba admisible el salir corriendo para alejarse de los demás aunque se tratase de un mero sopladito. Y arrancó en fuga de la prevista flatulencia con tanta suerte que llegó hasta una fuente ruidosa que disfrazó el estruendo de los gases producidos por el vino y los manjares. No lograron escucharlo ni los peces que undulaban sus coloridas anatomías en juguetona natación.
Ya todo ventilado regresó al grupo de dignatarios con quienes conversaba y explicó su ausencia diciendo.
---Tuve que huir pues me atacó una abeja.---
Todos los del grupo aceptaron la explicación con una sonrisa.
Aunque en su fuero interno sabían que por ahí no habían abejas.

domingo, 15 de febrero de 2015

TRANQUILIDAD ES BUENA, PERO NO TANTO.

Ante mí dos formas de tranquilidad absoluta.
Tranquilísimo se veía el hombre de la metralleta, Con la serena actitud que tienen los que observan al limpiador de calzado sacando brillo.
Tranquilísimo el cadáver que yacía frente a él. Poseedor de la suprema quietud del rigor mortis.
Oculto tras el árbol decidí fugarme para evitar la misma suerte. Al no poder irme fué que caí en cuenta de que yo también estaba muerto.

domingo, 8 de febrero de 2015

LA HORA MÁS FLACA.

Ahí tirado en agonía, Dictinio de Trafalgar, hombre que luchó en cada instante anterior.
Vivió las instancias que hacen de un personaje una leyenda. Se desarrolló su vida inventándose a sí mismo en cada etapa.Ésta vez ni de una cama se podía levantar,las personas que le rodeaban se le presentaban más borrosas como las imágenes que aparecían en algunas de las películas que dirigió;como cuando en lenguaje cinematográfico quería expresar que alguien se dormía o perdía el sentido. Y en efecto, en sus estertóres agónicos quedaba dormido y a veces soñando pero regresaba a oir llorar a las mujeres y a su familia. Le avergonzaba encontrarse tan derrotado y eligió fallecer.
Al traspasar a la conciencia incorpórea quedó atrás la realidad de su cuarto para ceder al nuevo escenario de un salón del oeste pleno de luminosidad y donde todo se presentaba con fragilidad etérea.
Huesudas calaveras danzaban sobre sus esqueletos en cómico strip tease en el cual le lanzaban una docena de bragas y sostenes de fluorescentes colores como celebrando su llegada.
Desaparecida ya la densidad de la materia sólida, cada estructura se sostenía formada por ectoplasma tan frágil que pudiera estar hecho de luces. El piso, los muros y todo lo sólido parecía de cualidad transparente. Tomó la huesuda mano que le ofrecía la dama blanca y se incorporó viéndose como un esqueleto más de los ahí reunidos y bailó de todo lo que tocó la orquesta, hasta tango y mambo. Lo que le impresionaba  era la sensación de ligereza, no tanto por la lógica falta del peso de sus carnes sino la ausencia de nervios y de la consiguiente angustia existencial. Y es que aquí nadie añoraba el pasado y sabían que no tenían futuro.