En éso pensó de inmediato al estar en la fiesta de su exposición de pintura en un jardín de un palacio en Dubai. Viene un viento del sur. El eufemismo que usaba su abuela para decir que estaba por tirarse un pedo. Le habían explicado antes de su viaje que en ésta civilización que visitaba era de pésimo gusto tirarse uno, y que se consideraba admisible el salir corriendo para alejarse de los demás aunque se tratase de un mero sopladito. Y arrancó en fuga de la prevista flatulencia con tanta suerte que llegó hasta una fuente ruidosa que disfrazó el estruendo de los gases producidos por el vino y los manjares. No lograron escucharlo ni los peces que undulaban sus coloridas anatomías en juguetona natación.
Ya todo ventilado regresó al grupo de dignatarios con quienes conversaba y explicó su ausencia diciendo.
---Tuve que huir pues me atacó una abeja.---
Todos los del grupo aceptaron la explicación con una sonrisa.
Aunque en su fuero interno sabían que por ahí no habían abejas.
En Dubaï no hay de dar explicaciones...
ResponderEliminarMuy buena educación.
ResponderEliminarSalu2 educa2, Carlos.
Así es Manouche.
ResponderEliminarPero nuestro amigo el pintor era de Chiconcuac.
Buena iniciativa Dyhego.
ResponderEliminarPero sería útil que tuvieran clases de inglés, y de chino para el futuro.
Perdón Dyhego, éste comentario iba para tu blog.
ResponderEliminarAquí ciertamente que reinaron los Buenos modales en el cuentito.
Jajaja, me he reído mucho imaginando la situación :)
ResponderEliminarMuchos besos
Y son cosas que luego pasan Carmen.
ResponderEliminarIgualmente da risa por ser un riesgo tan universal.
Aunque pudo ser peor. Imagina si le sucede a quien está en la fila del besamanos de la reina en Windsor y le estalle uno ruidoso al pegar la inclinación.
Quedaría el tipo marcado de por vida como protagonista de "Winds from Windsor", y jamás sería "Lo que el viento se llevó".
No tenían prohibido los musulmanes beber alcohol? Pero no es de extrañar esos emires hacen lo que les da la gana y creo que beben como cosacos.
ResponderEliminarMe han dicho que entre los japoneses y chinos está bien visto sorber ruidosamente la comida. Demuestran ser pueblos antiguos y sabios.
Me gustó tu texto.
Un abrazo
Gracias Doctor,supongo que en ciertos ámbitos se saltan los protocolos aunque la verdad no conozco a que grado sean estrictos.
ResponderEliminarPero luego cosas así suceden.
Retomo sólo para acompañarte amigo, en esta soledad microrrelatada. Sólo tus micros (magníficos) alardean la presencia de un microrrelatista, y, me alegra que los comentarios sobre ellos te llueven. Ay! Carlos eres tan especial!, los temas que abordas no sé si se les ocurrirían a otros. Te juro que a mí, no, soy mucho más pudorosa que tú, ja, ja, ja. Te aprecio amigo y te felicito por tu pluma y por tu constancia. No está muerto El Microrrelatista. Te mereces ¡Un beso!
ResponderEliminarGracias Zuni por tus amables comentarios.
ResponderEliminarQue bueno que están por llegar tus relatos de marzo y estoy seguro que tu regreso a éste blog colectivo ayudará al salto que nos falta para llegar a los mil asociados a éste sitio que tan sabiamente inició Torcuato hace varios años, y en el cual todos hemos aportado alguna mirada personal a los hechos de la existencia.
Los míos no san tan populares debido a mi gusto por lo extremo y mi falta de corrección política, pero no voy a cambiar después de una vida entera en el desorden y la diversion.
Seguiremos mientras haya vida ejercitando ésta manía extraña de aportar escritos sin cobrar.
Al tiempo veremos los que relatamos aquí si es que tendremos algo en el más acá. Porque el más allá es garantía universal, pero en éso no hay prisa.
Beso correspondido Zuni.
ResponderEliminarTe sigo leyendo.