Como todas las mañanas,
Clarisa alarga el brazo y tantea sobre la mesilla de noche buscando sus
robustas gafas de carey, pero no las encuentra. Ella siempre tan metódica y
para nada despistada, culpa de su desaparición a un robo. Se viste como puede
con sus habituales ropas sobrias y llega no sin tropiezos a la óptica, que por
fortuna está cerca. La atiende un muchacho muy atento que, siguiendo las
instrucciones que le han dado, alecciona a la joven sobre los últimos modelos
de lentillas y monturas. En el camino de regreso, Clarisa luce más que un
aspecto renovado y moderno: al fin se transparenta en sus ojos la luz de una
sonrisa. Al pasar por la floristería le obsequian rosas; el verdulero le ofrece
una cesta de frutas exóticas, cortesía de la casa; y en la tintorería se afanan
en devolverle, junto a su viejo abrigo, un sensual vestido de seda roja.
Radiante y satisfecha entra a retirar las fotos que encargó para su gato y el
apuesto fotógrafo —del que se sabe a voces que está enamorada— al fin la invita
a salir. Clarisa ignora que han sido sus vecinos, incluido el ratero del
barrio, quienes han confabulado para que su historia de amor se hiciera
realidad.
Ameno. Otro tipo de confabulación o, mejor, traición, aquí.
ResponderEliminarSara:
ResponderEliminarEs una hermosa y mágica historia de amor.
Un gran abrazo.
Muy bien contado, bonita historia.
ResponderEliminarSaludos.
Un relato lleno de magia y sentimientos. Genial confabulación la de los vecinos, me ha gustado. Muy ameno, pero concentrado.
ResponderEliminarUn beso
Rosa.
Lástima que estas cosas después no suelan funcionar.
ResponderEliminarYa se sabe, nuestras vidas las escriben otros, siempre otros. Pero es suficiente con que finjamos que no lo sabemos. Poderoso texto.
ResponderEliminarUn abrazo, siempre
Una mujer con suerte Clarisa. :)
ResponderEliminarBesos desde el aire
Muy original, si todo el mundo se uniera para hacerse felices mutuamente, qué bien estaríamos todos. Me gustó leerlo!
ResponderEliminarMaría
Muy agradable relato. La unión hace la fuerza. Me encantó Clarisa en tu dibujo.Un abrazo, Sara.
ResponderEliminarMuy bonito Sara, como los cuentos de hadas.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Hacemos como que sabemos que sabemos, y en ocasiones, mentimos sobre las causas que nos llevan a donde llegamos.
ResponderEliminarEn el fondo, sí sabemos, pero es bonito hacerse el sueco.
Un abrazo
Fantasía y sentimientos perfectamente amalgamados, Sara.
ResponderEliminar¡Gran trabajo!
Un abrazo,
Esa idea de unos nuevos lentes y de Clarisa descubriendo al mundo por ellos, con sus buenas nuevas para ella, es interesante. Es como si el ver bien diera una mejor imagen de uno mismo
ResponderEliminarSaludos.
No todas las conspiraciones tienen que ser malas...
ResponderEliminar¡Gracias por vuestros comentarios!
Abrazos.
Muy chulo y que bien les salió el plan.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Se dio a querer para que todos la quisieran ayudar.
ResponderEliminarHermoso relato.
ocurre eh.
ResponderEliminarsaludos
David
Bonita historia de amor. Muy bien lograda. Un cordial abrazo
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