Él era el tipo de lector ávido de aprender todas las técnicas y manuales acerca de como escribir ficción. También había repasado kilómetros de párrafos de autores tanto famosos como obscuros en el intento de aprenderles algo.
Su hábito de lectura llegaba al vicio. En el baño siempre tenía unos cuantos tomos de novelas, cuentos filosofía y ciencias y que no. La esposa bromeaba cada vez que asistía a hacer del cuerpo; diciendo que utilizaba la literatura como laxante;pues se quedaba horas. En ocasiones parecía que se había ido a vivir al inodoro.
Y es que Gerafasio Bracamontes anhelaba escribir relatos que tuviésen un estilo único y que rompiera con todo cartabón, y así salir del metafórico corral de las reglas y preceptos vigentes, más sin perder alcanzar la pericia y la brillantez.
Un buen día cayó en sus manos un tomo titulado: " EL ICONOCLASTA DE LA GRAMÁTICA Y LA LITERATURA ". Ahí se reflejaban todas sus búsquedas e interrogantes; le sugería ser auténtico y sentarse muchas horas a escribir lo mejor que pudiése, y que no se limitara a la exageración y lo superlativo para ser original, sino que liberase sus deseos más íntimos y sus sueños como un conjuro para hacerlos realidad. A la vez le centraba en la certidumbre de que entre los millones de autores no llegaría a escribir algo nuevo, que en literatura ya estaba todo escrito.Quedaba vigente lo de : Él hombre es el estilo", al igual que en las variantes de toda personalidad humana donde físicamente se pertenece a un biotipo, guapo o feo, gordo o flaco, lo cual aunque uno lo modifique le hace caer en otro grupo de similares. Leyendo ésto se congratuló de ser bien parecido y no tener cara de pescado y se aplicó a seguir los buenos consejos del libro pero a su propia interpretación.
A pocos meses, en el café de un barrio lejano a casa donde solía pasar algunas horas escribiendo en un cuaderno, apareció la esposa hecha una leona tirándole rasguños y cachetadas. Al pedirle calma ella le señaló un párrafo del último libro que el había publicado de título"El último de los grandes románticos", donde al finalizar una erótica escena anuncia en diferente tipografía. Se convoca en éste tomo a mujeres hermosas y poseedoras de buen cuerpo a participar en vivencias como la anterior descrita. Y ahí da la dirección del susodicho café.
Gerafasio gritaba al defenderse: ----Pero es ficción,mujer, solo es ficción.---
Al rato de aplicar lo mejor de su hábil palabería , ya la había calmado, cuando una joven bellísima se acercó y preguntó ---¿ Es usted Gerafasio?---
El pobre alcanzó a ver que ella traía también el tomo de su autoría.
Carlos, tu pluma es mágica y deja su estela. Un abrazo, amigo.
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