miércoles, 13 de febrero de 2013

Envidia



Jesusa barría la acera con rapidez, ahuyentando las hojas mustias del otoño. Un sonido chirriante se fue aproximando hasta ella. Del viejo automóvil, bajó una escuálida mujer joven. Amenazante, le clavó los ojos. La envidia trasuntaba su mirada.
Sara siempre soñó con ser la preferida del escritor moribundo. Cuando cayó enfermo, hubo que designar a alguien que le acompañase en su última enfermedad. Todas las opiniones familiares recayeron en Jesusa. Nadie pensó en Sara. Ese pesar por lo ajeno, ese deseo de algo que no se posee, había existido desde niñas. Nunca le perdonaría a Jesusa, que cuidara de su abuelo.  

5 comentarios:

  1. Después de todo, cuidar a un escritor moribundo, que además sea el abuelo... es una tarea muy grata.

    Un abrazo.

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  2. La envidia lleva la penitencia incorporada.

    Saludos

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  3. Uno de los sentimientos mas ruines y dañinos que existen, la envidia.
    Me gustan tus relatos.
    Un abrazo fuerte.

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  4. Una joya perfectamente pulida Zuni, es éste relato.Bravo.

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  5. Gracias amigos por opinar. Las virtudes y sus antítesis crean al hombre. Un fuerte abrazo.

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