El mago sacó un conejo de la chistera. Éste, animal de movimientos rápidos, saltó entre el público para esconderse en el bolso de una señora. De allí pasó al gorro de lana de un niño, después al maletín de un visitador médico, a la mochila de un publicista y, finalmente, a un saco de esparto lleno de semillas. La bolsa estaba abierta al cielo más azul posible. Del regocijo no se percató de la mano oscura que le cogió de las orejas y le puso sobre el pedazo de madera. Sintió curiosidad al ver los cuchillos. Al parecer el nuevo humano le haría un truco distinto al de la chistera.
No le sirvió de mucho los saltos desde la chistera, el pobre conejo tenía su destino marcado por el nuevo humano y sus cuchillos. ¡Menudo truco!
ResponderEliminarBuen ritmo narrativo.
Un saludo y besicos.
que triste...
ResponderEliminarOye, muy bien logrado el ritmo y las imágines, podía verlo desaparecer haciendo "plop".
ResponderEliminarConejo con mal karma, ni Dios lo salva.
ResponderEliminarGracias por los comentarios!!!
ResponderEliminarUhhh. ¡Genial!
ResponderEliminarMe encantó, che.
Saludos.