¿La
respuesta de mi marido? Ninguna.
Durante semanas le pedí que hablásemos, que me dijese
qué problema había, que no olvidase que le quería; pero su silencio acabó por
crisparme los nervios. Admito que comencé a elevar el tono de voz, a gritarle
incluso, mientras impotente veía como él seguía sin abrir la boca.
Hoy al fin despegó los labios, salió de ellos como un
gemido y esperé hasta que vi la sangre extendiéndose por su camisa. ¿Cómo podía
yo imaginar que un día se me escaparía un disparo? Idiota, si hubiese hablado…,
toda la culpa es suya.
Tre men do!!! Me encantó, Luisa. Saludos admiradísimos
ResponderEliminarLuisa:
ResponderEliminar¡Pobre tipo!
No le valió de nada escucharla y escucharla con su locura, no contradecirla...
Muy bien escrito.
Saludos cordiales.
Me gustó mucho.Últimamente andas muy "temática" con estos asuntos.
ResponderEliminarOtra historia de hartazgo, jejejje. Me gusta.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Es que no hay que dar lugar a llegar a semejante situación...
ResponderEliminar¡qué falta de comunicación!
ResponderEliminarsaludos
Conocí a alguien que discutia con su suegra y le decía siempre: No me señala con el dedo, que un día se le va a disparar el dedo y vamos a tener un disgusto.
ResponderEliminarUn poco así es el micro, no??
Gracias.
de que valió la pena escucharla si le tocó ese final...excelente
ResponderEliminarsaludos
carlos
Esto, yo estoy soltero... ¡Pero no busco a nadie gracias!
ResponderEliminarBrutal! Está muy pero que muy bien, enhorabuena!!
ResponderEliminarVaya forma de acabar con el silencio, muy bueno, amiga Luisa.
ResponderEliminarUn ritmo trepidante el de tus palabras.
Besicos
Uhhh... Violento, duro.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
¡Saludos!
Me ha parecido muy bueno y con un final sin vuelta atrás para reivindicar la falta de comunicación.
ResponderEliminarSaludos.