De la mujer solo encontraron sus ropas que, con el tiempo, fueron enterradas en una tumba como refugio para llorarla. Desde entonces su alma desnuda merodea por el cementerio, roída por el secreto del paradero de su cuerpo.
Yo lo sé porque a las gárgolas los muertos nos lo cuentan todo. Como que ese hombre que viene a menudo por aquí y me mira con recelo, es el asesino. Hoy ha llegado portando su mirada oscura y una maza. Sabe que guardo su secreto.
Me gusta, ahora, lo veo más como "capítulo" que como fin, insinúas, claro, pero este final te da paso a seguir. Piénsalo.
ResponderEliminarEso de ser gárgola me parece muy interesante y que las ropas estén enterradas para tener refugio para llorarla, es una imagen que se ve.
ResponderEliminarMuy bueno, amiga Sara,
¡Menudo Secreto!
Besicos
Peligroso ser gárgola, creo que esa maza tiene por destino tu cabeza.
ResponderEliminarMuy buena historia.
mariarosa
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn microrrelato muy bueno. Conciso, bien escrito y con miga. Por cierto, un final muy acertado.
ResponderEliminar¡Excelente micro!
ResponderEliminarDe una indudable calidad, su lectura da placer.
¡Felicitaciones!
Saludos.
Me gusta ese giro de moneda que la hace pasar de un secreto al otro.
ResponderEliminarMuy original y bien contado Sara.
ResponderEliminarBesos desde el aire