
Cansada de la biosíntesis de proteínas y de la formulación inorgánica, decidí estudiar Bellas Artes. Tras el suspenso en física que había sacado en selectividad por haberme inventado las fórmulas, tomé la determinación de estudiar algo donde pudiesen suspenderme por no tener imaginación y no por tenerla. Cuando le dije a mis padres que no quería estudiar medicina se pusieron furiosos, mi padre pegó un portazo que retumbó en el pasillo como un tambor en la procesión del silencio y mi madre se encerró en la cocina para hacer pastelitos y olvidar con el azúcar al fracaso que tenía por hija. Al día siguiente, con voz tosca y rotunda, me dijeron en la comida que en esa carrera no pintaba nada. Les dije como pude, entre los sollozos de mi madre y los gritos de mi padre, que otra cosa no sería, pero pintar iba a pintar bastante.
Autora: Alba Ramírez
¡Que ni pintado! El microcuento pinta bien jeje :]
ResponderEliminar¡mUCHos salUCHos! :]
Las generaciones antiguas querían que todo pintara color dinero.
ResponderEliminarEl dinero es una ciencia más profunda.
Y en la pintura ves genios que pintaron precioso como Van Gogh y murieron en la miseria y pintores de la nomenklatura como José Luis Cuevas que siempre contó con subvenciones y patrocinios pero pinta horrible.
Con equilibrio se llega a la sabiduría de tener una vida de plenitud.
No se me habría ocurrido mejor respuesta, jaja.
ResponderEliminarEs importante hacer lo que te guste, luego ya descubrirás como te vas a ganar la vida.
Un saludo.
Pues me ha gustado, precioso.
ResponderEliminarBesos.
Es como muy contundente.
Quizás la negación de la realidad, no?
Jajaja, bonito juego de palabras. Me gustó el uso del lenguaje. Saludos.
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