En un mes malgastó la frase que
el abuelo le legó. Aún nadie entiende porque “Niño” la colocó en un grafiti sin
sentido, “tú vales mucho” las mezcló con varios insultos en una carta de amor,
“pero debes” las cedió a un panfleto fascista, “aprender” la dejó olvidada en
una academia de inglés, “a valorar” las incluyó en un mensaje de móvil y “las
palabras” huyeron antes de ser incluidas en un muro de Facebook. Por suerte, yo guardo las que me transmitió a
mí: “Cuida de tu hermano para que pueda tener una segunda oportunidad”.
Bravo, Nicolás. Muy bueno.
ResponderEliminarLos hermanos tarambana siempre dan muchos quebraderos de cabeza.
ResponderEliminarAunque tu texto tiene su lado serio, me hizo sonreír.
Enhorabuena
Gran recordatorio de que las palabras son seres con vida y consecuencia. Si tan solo lográsemos dominarlas hacia su mejor uso, quizás llegaríamos a una evolución social que sigue pendiente.
ResponderEliminarPues menos mal que parece que el abuelo los conocía bien, muy original tu relato Nicolás.
ResponderEliminarUn abrazo desde mi mar,
Muy bueno Nicolás!!!
ResponderEliminarBesos desde el aire
Excelente, Nicolás. Hoy que la palabra está tan devaluada, qué trabajo duro tendrá que hacer el hermano. Saludos van!
ResponderEliminarjaja, qué manía de los moribundos de dar sentencias finales, y de los deudos a tomárselas a pecho. Saludos.
ResponderEliminarEstamos demasiado materializados y nos olvidamos de las cosas importantes.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por vuestros comentarios. Es un placer que aparezcan publicados mis textos aquí en este rincón.
ResponderEliminarAbrazos.
¡Cuánta sabiduría atesoran los abuelos!
ResponderEliminarUn micro muy original, Nick.
Un abrazo.
MJ, muchas gracias y cuanta razón tienes.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Artista.
Bravo, Nicolás. (Al ir a poner el microcomentario veo que Sara me lo ha pisado).
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