Seca, su última gota de esperanza y con la mirada casi fija en la
acera, Alcides caminaba lentamente, pero con rumbo cierto hasta su casa, su amada casita, su hogar,
su home , ese lugar cálido donde se criaron los
hijos que ya no estaban porque volaron lejos, ese refugio que tantos sueños
albergara, tejidos en épocas de optimismo junto a Martha, su mujer. Un amigo lo
saludó desde el Bar en semi-penumbra. No lo escuchó. Tampoco a Pedro, el amigo
panadero que le extendía desde la vereda de enfrente la bolsita de papel,
conteniendo el pan especial de los jueves, hecho a base de semillas y centeno,
que a su esposa le gustaba tanto. Deseaba que el camino fuera más largo. En el
intento, oprimió aún más el papel que llevaba apretujado en su mano y que tan
gentilmente le entregara su abogado. . .
Malas noticias en ese papel, me apena su desolación, sus ganas y no ganas de llegar.
ResponderEliminarEn fín la vida es así, y tenemos que aceptar lo que parece inaceptable.
Saludos desde mi mar,
Zuni:
ResponderEliminarMuy bueno, aunque al menos, le quedarían muchas cosas más por qué vivir. Eso espero.
Bancos y usureros son los sinónimos de la maldad.
Saludos.
Qué pena que una notificación no nos deje ver lo bonito que nos rodea y nos brinda la vida. Otras veces son nuestros propios pensamintos los que nos impiden ver más allá.
ResponderEliminarGracias compañeros. Desgraciadamente esto ocurre en nuestra realidad.
ResponderEliminarGran pintura de la cruda realidad, el pobre tipo a punto de hacer gargarismos con lágrimas.
ResponderEliminarUhhh, qué final.
ResponderEliminarQué bien llevado adelante está el micro, felicitaciones.
Saludos.