Lo
había logrado. Después de tantos siglos esperando ese instante había sido él el
primero en conseguirlo, por fin podría mirar por encima del hombro a los demás.
En ese momento y lleno de orgullo por haber llegado donde ninguno otro lo había
hecho se dirigió con paso firme hacía sus compañeros. Sin embargo, cuando estos
le vieron llegar caminando únicamente sobre las patas traseras comenzaron
a burlarse de su erguido compañero mientras únicamente despegaban
del suelo una de sus extremidades para señalarle. Aquel primitivo chimpancé,
temeroso de ser rechazado para siempre, no vio más salida que dejarse caer
sobre la dura tierra y volver a utilizar sus cuatro patas para andar. Quizás en
el fondo, la suya no fuera la especie elegida.
Autor:
José Estaun Romero.
Buenos días:
ResponderEliminarQuiero agradecer la publicación de este mi primer Microrrelato enviado así como aprovecho para decir que esta historia aparecerá en un libro que tengo intención de publicar a finales de verano. Seguiré enviando relatos a la página que espero esten a la altura de los muy buenos textos que he podido leer aquí.
Un saludo y hasta pronto
José
No te quepa duda Jose que tu relato está mas allá de muchos otros publicados, haz dicho mucho con pocas palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
La resignación lleva mucho de amargura, y tú la transmites. La masa, el grupo "aniquila", se traga al individuo.
ResponderEliminarMuy significativas las dos frases: la que abre y la que cierra el relato.
Enhorabuena, José Esteban.
Saludos
Fiel reflejo del sentido del rídiculo ante una masa demoledora. Cuántos logros no se alcanzan por temor a este sentimiento.
ResponderEliminarExcelente relato José.
Está muy bueno. Muchos genios fueron considerados locos.
ResponderEliminarme gusto mucho tus microcuentos, en especial este, siempre he pensado si la en la "edad media" no hubiese tanta represion a los avances, a los grandes pensadores, ya que siempre se adjudicaba todo a Dios, o si no era quemado en la hoguera, si no hubiese existido esa fea epoca en la historia, en que avance cientifico o como viviriamos hoy en dia????
ResponderEliminarte sigo
saludos!!!
Pobre, en el fondo creo que lo que tenía era un tremendo sentido del ridículo y mucha inseguridad, porque no dudo que el rechazo de sus congéneres era producido por la propia envidia de no ser capaces ellos, què triste que se aplaste la iniciativa de los demás por tan triste sentimiento.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato Jose Esteban, un saludo desde mi mar,
Perdón Jose Estaun jajaja esta noche con el sueño que tengo ya padezco dislexia.
ResponderEliminarOtro saludo para ti y mis disculpas por el cambio de nombre...
Se lee como una clarividencia en retrospectiva. Bravo.
ResponderEliminarY muy cierto que él éxito ajeno le arde a los ineptos.
Por la vida profesional se debe caminar sólo. Quienes andan juntos y hechos bola se la pasan en mutua crítica destructiva.
Aunque debemos tener el discernimiento para distinguir la buena crítica.
Tienes todas las papeletas para pensar que fue así. Basta con ver como tratamos a los diferentes. Buen trabajo.
ResponderEliminarNota para el moderador: ¿Es necesario demostrar que no somos robot?