A través de la ventila de mi regadera escucho hablar a dos hombres en la calle. No suena como una conversación, me parece que ambos hablan al mismo tiempo y de temas distintos. Al cerrar la llave, sin la interferencia del ruido del agua discierno mejor. Uno es viejo y arrastra los finales de las palabras que pronuncia huecas y ensalivadas como si trajera un hueso de durazno por dentro de las mejillas.
- Yo tengo setenta años. He visto morir a varios amigos. Voy para cincuenta... Voy, para setenta años.
Una pausa, y el viejo sigue, disminuyendo el volumen hasta casi murmurar:
- Yo soy El Maracumbé, el rey, de todos...
- ¡Que pase buena tarde! ¡Gusto en saludarlo! ¡Con permiso!
Después hubo silencio afuera, pero en mi mente sonó el mariachi toda la tarde repitiendo un sólo estribillo incesante: "Éste es El Maracumbé, el rey de todos los sones. Querido de las mujeres, apreciado de los hombres".
No pude evitar encontrar entre tus letras la imagen de una conversación entre dos abuelas hablando a cerca de sus nietos.
ResponderEliminarMe gustó!
Beso grande
Gracias Magah, yo disfruto mucho cazar conversaciones, y por lo general, las de los ancianos y los niños son las mejores presas.
ResponderEliminarSin duda, es bonito. Jirones de una conversación: excelente método para desatar inspiraciones!
ResponderEliminarBeso, Yun