miércoles, 25 de abril de 2012

Latidos

Triste y desnuda quedó la muñeca aquella gélida tarde de enero cuando su viejo reloj decidió soltar las ligaduras que lo mantenían encadenado a ella.
Atrás quedaron los años de perfecta armonía. Inseparables cómplices del transcurrir del tiempo latiendo al unísono... Ella, meciendo el tic tac que renueva la vida; marcando las horas con precisión milimétrica, él, su querido reloj de pulsera.

12 comentarios:

  1. Por loco que parezca, hace poco tiempo me sucedió algo así con un reloj pulsera que usé por años y al que me unía (porque me lo había regalado mamá) un cariño especial.
    Hace falta decir que me encantó tu micro?

    Abrazo!

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  2. MJ:
    Parece mentira que con una cuestión tan ínfima como lo es la pérdida de un objeto, se haya podido crear esta reflexiva e íntima obra. Con belleza describe la sensación de tristeza y desnudez que emerge en la poseedora de la máquina acompañante.
    Felicitaciones.
    Saludos.

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  3. No pude evitar encontrar en tu relato aquel momento en que el corazón deja de hacer tic tac dentro de un cuerpo; pero si lo piensas, el que ahí habitaba pudo haberse llevado su tic tac a otra parte, el misterio es saber a donde.

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  4. El tic tac de un reloj parece el latido de un corazón. Hay objetos que nos acompañan tan íntimamente que cuando se estropean se llevan una parte de nosotros. Precioso. Un beso.

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  5. Sigues amando lo que escribes y eso se nota y se agradece.

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  6. Precioso, MJ. Hay objetos que se agarran a nuestra memoria y es difícil olvidarlos.

    Besitos

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  7. Tic tac, tic tac,...
    El corazón sigue latiendo. Del reloj nunca más se supo.
    Muchas gracias a todos por comentar.

    Abrazos.

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  8. Guardamos objetos que aun inanimados adquieren un caracter personalísimo por la importancia que les damos.
    Cuando por algun motivo dejan de funcionar, se deterioran con el paso del tiempo o se pierden es como si un trocito de nosotros se fuera con ellos.

    Pero la vida es así, hay que seguir caminando, como el tiempo, que no para nunca.

    Besitos mediterráneos.

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  9. Los relojes (de pulsera, de bolsillo, de pared y hasta los de arena), no hacen más que intentar, en vano, poner orden a ese concepto de tiempo, que cada muñeca, en el latir del pulso, va pregonando que la vida está ahí, en punto.

    Me ha gustado.
    Un saludo.

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  10. Y a mí me han encantado vuestros comentarios, Gala y Albada.
    Muchas gracias, guapas.

    Besotes.

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  11. Me da a mí que detrás de esta perdida material, hay otra gran perdida, por la que aún algo sigue latiendo, me equivocó?
    Un abrazo, MJ.

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  12. ¡Jeje! No, Miguelángel, de momento solo he perdido un reloj al que le tenía un apego especial.

    Un abrazo.

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