Cuando fué actor no lo logró. A pesar de ser muy bueno era relegado a papeles menores por no querer andar de lamebotas ni estar en alguna de las diversas maffias que se dan por los estudios de filmación.
Un buen día desapareció sin decir adiós al mundillo escénico y decidió reencauzar su vida, y se saltó sus sueños dedicándose a una actividad sólida y remunerativa que le dió a su esposa e hijos las comodidades que antes les negaba. Hoy por hoy ha llegado. Él que nunca ató su mente a credo alguno, hoy se ordena como cardenal.
Al leerte no he podido evitar la imagen de los Borgia. Al final hincó la rodilla-al menos para rezar-¿no?
ResponderEliminarNo importa, casi todos lo hacemos.
Un saludo
La vida es muy caprichosa, nos lleva por derroteros que ni creíamos, pero no importa muchas veces son mejor de lo esperado (por desgracia otras no)
ResponderEliminarMuy bueno Carlos, felicitaciones
Un abrazo
Muy bueno, Carlos. Me has sorprendido con ese final que me ha hecho sonreir.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias hermosas lectoras, estoy ocupado en quitar ataque de virus .
ResponderEliminarMientras estoy confinado a las nostalgias del cuaderno.
(jajaja)Ironía en estado puro...
ResponderEliminarMe encantan estos micros y en su mayoría, he leído unos cuantos, me han hecho reír. También este. Me hago seguidora de este estupendo y variado blog, Carlos. Un auténtico placer.
Saludos afectuosos.
Setefilla