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Francisco de Zurbarán, Santa Águeda |
Oculta su piel joven a los ojos de los hombres. Suprime los espejos para evitar contemplarse. Aún así, sabe de su hermosura; y cuando piensa en el Amado, omnipotente, ubicuo, capaz de contemplarla desnuda en alma y cuerpo, se entrega fervorosa a las fantasías de la seducción.
¿Y seduce o se dejará seducir?¿ o tal vez sólo fantasea con ello?
ResponderEliminarSupongo que no puede evitar preguntarse hasta dónde su amor es correspondido.
ResponderEliminarEs un micro exquisito, Elisa, con una buena carga de ironía.
Mis parabienes.
Una delicia de micro, Elisa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Otra que se cree que por linda Dios le va a dar bola...Además entre nos, le falta busto y es medio chueca. Me quedo con Araceli, aún en versión rubia.
ResponderEliminarMe temo que la pobre nunca llegará a ver correspondidos sus anhelos. El Amado sólo ama a una, y esa no es ella.
ResponderEliminarEs un micro delicado y potente, una mezcla explosiva que controlas con esmero, felicidades.
¡Qué desperdicio! Dirán algunos hombres...
ResponderEliminarMuy buen micro.
Ya había oído de ese éxtasis religioso, nunca tan bien narrado como aquí. Saludos.
ResponderEliminarEs un relato con embrujo, inteligente, fino y educado que no te evitará ir al infierno, si para entonces existe
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