Bobby siempre soñó con ir a una guerra de verdad, Donde realmente tuviése la oportunidad de convertirse en héroe. Y digo realmente porque en el paintball ya lo era. Su velocidad y puntería combinadas llenaban de medallas a su equipo en el centro de combate con bolas de pintura.
Como que le había pescado el modo al jueguito de tal forma que se movía como relámpago e intimidaba al adversario a manera que ya casi los tenía vencidos desde el comienzo.
Ahora pasados unos pocos años, formaba parte del ejército en un asalto con descenso en un campo abierto de donde la misión era expulsar al enemigo, para instalar ahí un centro de mando.
Estrenaba un nuevo tipo de rifle rociador, provisto de munición segadora, de la que se utiliza para talar zonas boscosas y poner al contrario al descubierto para eliminarlo, en términos modernos hacer una limpieza.
Al saltar del helicóptero identificó a la columna enemiga y avanzó con su moderna arma escupiendo balas con devastadora efectividad, pues provocó una escena surrealista de brazos ,piernas, cabezas y demás pedacería de cuerpo que volaba entre una estela de sangre que teñía como un aura roja ésta absoluta carnicería.
Bobby sintió multiplicado ése mismo éxtasis que se apoderaba de él en los juegos de guerra, con el incentivo aumentado de los gritos de ánimo de los compañeros que le seguían arrebatados en el trance de muerte.
Jamás se había divertido tanto en algún ataque anterior, y ahora el enemigo huía en retirada facilitando aún más las escenas de dantescos desmembramientos que siguieron. Cuando reportaban la misión cumplida por el radio entre gritos eufóricos, una solitaria bala de algún lejano e invisible francotirador le dió en el estómago. Lo último que dijo aún riéndose y vomitando sangre fué ---De cualquier forma, les ganamos.--
La guerra nunca es un juego ni como tal debiera tomarse.
ResponderEliminarMe da mucha pena del tipo de personas que representa el Bobby de tu micro.
Un abrazo, Carlos.
Al menos se tomó la cosas con sentido del humor.
ResponderEliminarAgradezco sus comentarios y el tiempo que gentilmente dedican a la lectura de éste relato, el cual gráficamente demuestra como a las personas se les imbuye una cultura de violencia y agresividad, la cual incluso a coste de la vida misma terminan disfrutando.
ResponderEliminarCargamos todos éstos atavismos del pasado por no terminar aceptándonos como una misma especie , sino plenos de divisiones que nos enemistan y nos forman en pandillas , ejércitos y otros grupos cuya misión es el manejo controlado de la violencia.
Por igual ésta enajenación se dá en muchos parámetros de lucha, en el político, legal o comercial donde los contendientes disfrutan más que sufrir los pormenores de la batalla.
Mi tesis es que mientras no nos reestructuremos en el total de nuestra relación con exigencias de paz, y no pongamos reglamentos que limiten los abusos económicos y de justicia entre la especie, no tendremos progreso real y válido.
Carlos, presentas muy bien la guerra como una cosa de estúpidos. Al personaje, anda y que le den. A ti, felicitarte por la sencillez. Es para enmarcar en esos centros de odio, digo ocio, no odio.
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