Luz nunca perdió la costumbre de hablar con
su marido antes de acostarse. Por eso, cada noche a las diez, bajaba
las escaleras hasta la cocina, cogía un vaso del armario, abría el
congelador; y mientras sacaba el brik de la nevera, se servía leche, y
se bebía con lentitud todo el vaso, le contaba lo ocurrido durante el
día a José; le decía buenas noches, le soplaba un visible beso estampado
sin ruido en su mano izquierda y, cerraba -con parsimonia- la pequeña
puerta del congelador.
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Fabulosa técnica que nos revela éste relato acerca de las costumbres de luz de mantener todo fresco. Finalazo.
ResponderEliminarNo sé quien era más capaz, si el congelador o su viuda esposa.
ResponderEliminarCruel y divertido a la vez. Pero si tanto le quiere que le compre un arcón que esté menos apretado.
ResponderEliminarUaaaauuu, fenomenal !!
ResponderEliminar¡¡ Patético!!
ResponderEliminarSaludos.
Me gusta, tiene el puntito ese de humor negro que ...
ResponderEliminarMuy bueno y buen final.
ResponderEliminarUn saludo.
Esperemos que no se vaya la luz...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Muy bueno. De los que te hacen sonreír. Aunque se ve venir con el "abría el congelador" es muy divertido. Y crítico con la incomunicación en la pareja. Felicidades.
ResponderEliminarmuy buena entrada amigo mio como siempre no esperaba menos un abrazo con cariño
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
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