¡Culpable! Fue la sentencia que escuché de sus labios. Los fundamentos no podían ser mejores. Fueron pocas palabras y la Prueba, contundente. El proceso se había desenvuelto respetando todos sus estadios, las formas guardadas, las réplicas no existieron. ¡Qué podía decir yo! Sin demoras, la notificación fue expresa y formal. La dijo a “viva voce”, eterna sería mi condena: Debería amarlo para siempre. . .
Un buen micro. Me gustó bastante.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Hola, muy lindo microrelato. Un gusto leerlo. Besos, cuidate.
ResponderEliminarDifícil condena, convencer al corazón de que siga amando debe doler mucho.
ResponderEliminarUn placer volver a leer algo tuyo.
Abrazos.
Pónle música, está perfecto para una canción.
ResponderEliminarDigo, y no podrás apelar ante la Corte Suprema? Tanto castigo por sólo robarte un corazón?
ResponderEliminarMuy bonito.
ResponderEliminarGracias amigos por sus comentarios que me han arrancado sonrisas, también reflexiones y una emoción en el centro del pecho que agradezco sinceramente.
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