Mi padre saca la baraja y reparte las cartas.
Ayer mi hermana sacó el As de Oros. Anteayer ganó mi hermano con un As de Bastos. Nuestras miradas están pendientes de las manos de mi padre. Al fondo se escucha el tintineo de los cacharros de cocina. Un sabroso aroma inunda el comedor y nuestras tripas se agitan ansiosas. Mi abuela ha sacado el As de Copas. Los demás nos conformaremos con olor de las albóndigas.
Impecable. Toda una historia en pocas palabras. Me hizo recordar al cuadro de Van Gogh, "Los comedores de papas".
ResponderEliminarInteresante y con muchas lecturas. Incluso con alguna sospecha: a mediados temí que con el As de Espadas diera por finalizada la partida para siempre, pero no. El olor a albóndigas... sí, pero la madre entre cacharos mientras la familia juega. Me ha gustado, breve y que hace pensar
ResponderEliminar"En mi casa comemos a la carta... ¿y eso?, El que saca la carta más alta gana."
ResponderEliminarDe todos modos tu versión le da un aire bastante... inquietante.
Saludos!!!
Este relato me hace sentir nostalgia de momentos vividos...
ResponderEliminarPadre,hermanos,madre... ,con nuestros juegos de cartas en época de invierno ,y como no, entre partida y partida menú a la carta.
Un beso
Buena variante del chiste que comienza con : "En mi casa comemos a la carta".
ResponderEliminar¡Durillo el micro! Me encantó, sí señor.
ResponderEliminarMuy duro y bueno.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Sensato, certero y al pan pan, buen texto.
ResponderEliminarun gusto. hasta pronto.
Muy visual, te imaginas estar en esa mesa y oliendo albóndigas. Enhorabuena
ResponderEliminarSin que importe la fuente de inspiración, este es un micro duro, punzante, ácido. Y, por supuesto, creo que logra el cometido que busca la autora con creces.
ResponderEliminarEnhorabuena, Elena.